Se trata de potenciar las herramientas que tiene la piel para hacer su trabajo.
Es el arte de preservar el entorno cutáneo potenciando sus mecanismos biológicos de protección y reparación naturales.
Cuando la piel sufre, no solo hay que tratarla sino que hay que enseñarla a funcionar correctamente. En vez de sobretratar los síntomas, la piel debe aprender a evolucionar y funcionar bien inmersa en el hábitat en el que le toca vivir.
En 1977 nació el BBR (Bronceado Biológico rápido), un fotoprotector que ayuda a la piel a pigmentarse más rápidamente, defendiéndose de forma natural frente al sol.
Este tipo de cosmética desarrolla productos que se centran en la prevención, protección y búsqueda del equilibrio biológico y natural de las células dérmicas mientras actúa contra las causas que originan los problemas, en vez de, simplemente, compensar o enmascarar sus consecuencias sin más. Es decir, inciden en las huellas del envejecimiento como arrugas, flacidez, manchas, falta de luminosidad o cualquier otro tipo de deterioro, buscando que su aparición o desarrollo se retrasen naturalmente.
La ecobiología cosmética se basa en la premisa de que la piel es un ecosistema en constante evolución, que interactúa con el entorno ambiental cambiante en el que se desenvuelve (clima, alimentación, tipo de trabajo, emociones, etc.) y cuyos recursos deben preservarse por medio de la adaptación de los mecanismos naturales fisiológicos y biológicos cutáneos. Para ello se estructura en 6 principios básicos:
1. Formular cosméticos exentos de posibles contaminantes y sustancias químicas ajenas al ecosistema de la piel, como los disruptores hormonales (incluso el agua que se utiliza debe ser pura).
2. Crear productos que ayuden a la piel a adaptarse al entorno.
3. Respetar la evolución natural de la dermis, dándole en cada momento las sustancias que necesita para favorecer su equilibrio.
4. No sobretratar el tejido cutáneo con principios activos que no necesita, sino actuar en las causas de las disfunciones, en lugar de extenderse compensando sus efectos.
5. La dermis refleja el equilibrio interno del resto del organismo y hay que actuar estimulando las funciones metabólicas celulares y hacerlo con constancia.
6. La dermis solo necesita lo que le sirve para su funcionamiento natural, lo que supone que hay que aplicar solo ingredientes precisos y en la dosis adecuada.
Por tanto, las fórmulas ecobiológicas proponen productos de absoluta transparencia cosmética, a base de principios activos puros, evitando el uso de sustancias tóxicas ajenas a los procesos biológicos de los tejidos cutáneos con el fin de enseñar a la piel a autoprotegerse y que evolucione en función del medio en el que le toca vivir.
Entre las aportaciones:
- La cosmética biomimética.
- Los principios activos puros.
- Los ingredientes adaptógenos.
Restringe las fórmulas a ingredientes que tengan una afinidad perfecta con la dermis y ejerzan una acción similar a la de sus componentes naturales. Seleccionar las moléculas y los extractos vegetales puros, persigue contar con los más eficaces para tratar los problemas frecuentes (sequedad, sensibilidad, acné, manchas, signos de la edad). Se pueden utilizar sólos o como complementos a las cremas biomiméticas, respetando la dosis para no saturar a la epidermis con ingredientes que no aprovecha.
Los adaptógenos son sustancias de origen natural que comienzan a investigarse tras la Segunda Guerra Mundial en la Unión Soviética, con el objetivo de encontrar productos que aminoraran la fatiga y aumentaran la adaptación al estrés reduciendo sus efectos negativos sobre el cuerpo. Deberían cumplir con el objetivo de mejorar en conjunto la salud del ser humano y no ser tóxicos a pesar del uso continuado. Se supone que actuarían de forma bidireccional, aumentando o disminuyendo las funciones corporales, según las necesidades de cada momento (confían en la capacidad del organismo de utilizar solo la dosis que precisa en cada situación, eliminando de forma natural lo que no necesita. La mayoría de los adaptógenos que se comercializan se obtienen de plantas e hierbas raras y se supone que proporcionan nutrientes especiales que ayudan al cuerpo a a alcanzar un rendimiento óptimo mental, físico y de trabajo. En la literatura médica hay escasez de trabajos que puedan sostener las afirmaciones sobre los adaptógenos, aunque se sigue investigando y se van introduciendo productos de origen botánico con propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas, analgésicas o antioxidantes con resultados bastante aceptables
Descifrar las señales que emiten las células, evitar a toda costa su inflamación y estar atentos al microbioma cutáneo (la comunidad de microorganismos que viven en simbiosis con el tejido cutáneo) son las claves del futuro para preservar o reparar el equilibrio de la piel y con él su salud y belleza.
Cuando la piel sufre, no solo hay que tratarla sino que hay que enseñarla a funcionar correctamente. En vez de sobretratar los síntomas, la piel debe aprender a evolucionar y funcionar bien inmersa en el hábitat en el que le toca vivir.
En 1977 nació el BBR (Bronceado Biológico rápido), un fotoprotector que ayuda a la piel a pigmentarse más rápidamente, defendiéndose de forma natural frente al sol.
Este tipo de cosmética desarrolla productos que se centran en la prevención, protección y búsqueda del equilibrio biológico y natural de las células dérmicas mientras actúa contra las causas que originan los problemas, en vez de, simplemente, compensar o enmascarar sus consecuencias sin más. Es decir, inciden en las huellas del envejecimiento como arrugas, flacidez, manchas, falta de luminosidad o cualquier otro tipo de deterioro, buscando que su aparición o desarrollo se retrasen naturalmente.
La ecobiología cosmética se basa en la premisa de que la piel es un ecosistema en constante evolución, que interactúa con el entorno ambiental cambiante en el que se desenvuelve (clima, alimentación, tipo de trabajo, emociones, etc.) y cuyos recursos deben preservarse por medio de la adaptación de los mecanismos naturales fisiológicos y biológicos cutáneos. Para ello se estructura en 6 principios básicos:
1. Formular cosméticos exentos de posibles contaminantes y sustancias químicas ajenas al ecosistema de la piel, como los disruptores hormonales (incluso el agua que se utiliza debe ser pura).
2. Crear productos que ayuden a la piel a adaptarse al entorno.
3. Respetar la evolución natural de la dermis, dándole en cada momento las sustancias que necesita para favorecer su equilibrio.
4. No sobretratar el tejido cutáneo con principios activos que no necesita, sino actuar en las causas de las disfunciones, en lugar de extenderse compensando sus efectos.
5. La dermis refleja el equilibrio interno del resto del organismo y hay que actuar estimulando las funciones metabólicas celulares y hacerlo con constancia.
6. La dermis solo necesita lo que le sirve para su funcionamiento natural, lo que supone que hay que aplicar solo ingredientes precisos y en la dosis adecuada.
Por tanto, las fórmulas ecobiológicas proponen productos de absoluta transparencia cosmética, a base de principios activos puros, evitando el uso de sustancias tóxicas ajenas a los procesos biológicos de los tejidos cutáneos con el fin de enseñar a la piel a autoprotegerse y que evolucione en función del medio en el que le toca vivir.
Entre las aportaciones:
- La cosmética biomimética.
- Los principios activos puros.
- Los ingredientes adaptógenos.
Restringe las fórmulas a ingredientes que tengan una afinidad perfecta con la dermis y ejerzan una acción similar a la de sus componentes naturales. Seleccionar las moléculas y los extractos vegetales puros, persigue contar con los más eficaces para tratar los problemas frecuentes (sequedad, sensibilidad, acné, manchas, signos de la edad). Se pueden utilizar sólos o como complementos a las cremas biomiméticas, respetando la dosis para no saturar a la epidermis con ingredientes que no aprovecha.
Los adaptógenos son sustancias de origen natural que comienzan a investigarse tras la Segunda Guerra Mundial en la Unión Soviética, con el objetivo de encontrar productos que aminoraran la fatiga y aumentaran la adaptación al estrés reduciendo sus efectos negativos sobre el cuerpo. Deberían cumplir con el objetivo de mejorar en conjunto la salud del ser humano y no ser tóxicos a pesar del uso continuado. Se supone que actuarían de forma bidireccional, aumentando o disminuyendo las funciones corporales, según las necesidades de cada momento (confían en la capacidad del organismo de utilizar solo la dosis que precisa en cada situación, eliminando de forma natural lo que no necesita. La mayoría de los adaptógenos que se comercializan se obtienen de plantas e hierbas raras y se supone que proporcionan nutrientes especiales que ayudan al cuerpo a a alcanzar un rendimiento óptimo mental, físico y de trabajo. En la literatura médica hay escasez de trabajos que puedan sostener las afirmaciones sobre los adaptógenos, aunque se sigue investigando y se van introduciendo productos de origen botánico con propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas, analgésicas o antioxidantes con resultados bastante aceptables
Descifrar las señales que emiten las células, evitar a toda costa su inflamación y estar atentos al microbioma cutáneo (la comunidad de microorganismos que viven en simbiosis con el tejido cutáneo) son las claves del futuro para preservar o reparar el equilibrio de la piel y con él su salud y belleza.
Cosmética con o sin...: La Ecobiología cosmética
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