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Su función es conservar y potenciar el sabor de productos de origen animal como carnes, pescados, moluscos, crustáceos, leches y derivados. También se usa en Té o Café, cereales, zumos, salsas, grasas untables, conservas vegetales, licores destilados, sidra, panes, pasta, productos elaborados con huevos, en cacao, purés, galletitas saladas, etc.. En las etiquetas aparecen como fosfato de sodio, de potasio, de calcio, etc. o con los códigos E338, E339, E340, E341, E343, E450, E451, E452, pero no hay obligación de marcar la cantidad.
Según un estudio, este aditivo presente en los productos altamente procesados podría ser el responsable de que perdamos interés por el ejercicio, en ratones vieron que no pudieron generar suficientes ácidos grasos para alimentar sus músculos (en comparación con los que no tomaron fosfatos). Otro estudio demostró que en humanos la respuesta es muy similar a la de los ratones, es decir una reducción del tiempo que las personas dedican a hacer ejercicio y un aumento de los periodos de sedentarismo. Un exceso acelera el envejecimiento a través de varias vías moleculares (se sabe que el principal mecanismo del efecto antienvejecimiento de una proteína es protegernos del superávit de fosfato en la dieta, favoreciendo su eliminación en la orina) .
Algunas evaluaciones sobre los efectos en la dieta, como las del Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios, recomiendan no superar los 700 miligramos diarios, mientras que un occidental puede llegar hasta 3 gramos. Se necesitan más estudios para definir mejor su impacto.
Nutrición: Los Fosfatos
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