Los científicos están desarrollando una píldora del ejercicio, se trata de conseguir los mismos efectos que tiene el deporte en el cuerpo, pero sin sudar.
Uno de los más desarrollados es es GW501516 (conocido popularmente como la píldora 516), replica los efectos del ejercicio en un gen particular (PPAR-delta), que desencadena la misma reacción bioquímica que ocurre cuando alguien corre un maratón. Ésta ha estado en el olvido debido a que en los ratones donde se probó desarrollaron muchos tumores, ahora vuelve al laboratorio en una versión menos potente y esperan que menos tóxica. Según una investigación la píldora no sólo emula los efectos de la actividad deportiva sino que también nos hace más fuerte en el caso de seguir practicándola. Esto explica que la Agencia Mundial Antidopaje la haya prohibido en las competiciones (a pesar de no contar con aprobación clínica, existe un mercado negro en el que no es difícil conseguirla).
El ejercicio produce una serie de efectos en diferentes tejidos y órganos y en particular en los músculos. Estos tejidos reaccionan produciendo unas moléculas o modificando otras existentes, que ejercen su acción, bien en el mismo tejido, bien en sitios del organismo más o menos distantes. Conociendo la mayoría de las moléculas que se producen o que se dejan de producir en cada tejido u órgano en respuesta a un determinado tipo de ejercicio, se puede pensar en intervenir administrándolos apropiadamente. El problema es que aún no se conoce del todo como el ejercicio modifica la actividad biológica del organismo. Es difícil de estudiar por que la actividad física pone en marcha un conjunto de sistemas complejos en el que tienen que ver desde las hormonas hasta el sistema nervioso.
El ejercicio es la terapia más potente para muchas enfermedades como la diabetes tipo 2, problemas cardiovascualres y transtornos neurológicos etc.. Esto serviría para personas para personas en las que el ejercicio físico no es viable. Sería para destinatarios afectados por distrofia muscular, Párkinson o enfermedad de Huntington. de momento, esto es solo una posibilidad teórica, porque el sistema es tan complejo que se hace difícil pensar en un tratamiento farmacológico que desencadene una respuesta equilibrada como la que produce el ejercicio físico, aunque ya se conocen algunas moléculas coordinadoras que actúan como centros de control, influyendo sobre la producción de muchas señales. Algunos científicos consideran que ni a corto ni a largo plazo una pastilla sustituirá el ejercicio en todas sus versiones y para hacerlo en parte, ya hay fármacos para todo lo que el déficit de ejercicio produce, que el ser humano no está programado para el sedentarismo sino para moverse y sólo así se esquivan las enfermedades propias de la vejez. Otros consideran que estas investigaciones pueden servir para identificar como impacta su práctica sobre el comportamiento de las células musculares y esto nos permita aprender a regular el entrenamiento de forma mucho más precisa, de forma que con el tiempo se podrán reproducir determinados efectos del ejercicio de tipo hormonal de forma controlada, pero en ningún caso se sustituirán las adaptaciones provocadas por las cargas en entrenamiento, tanto de fuerza como de coordinación muscular.
Aún así, algunos científicos consideran que este tipo de fármacos en el futuro, por ejemplo contribuirá al fortalecimiento de los músculos o a la bajada del colesterol, servirá a enfermos crónicos con lesiones medulares o cualquier otro tipo de patología que imposibilite hacer ejercicio. A medio plazo, servirán para encapsular beneficios muy concretos.
El ejercicio produce una serie de efectos en diferentes tejidos y órganos y en particular en los músculos. Estos tejidos reaccionan produciendo unas moléculas o modificando otras existentes, que ejercen su acción, bien en el mismo tejido, bien en sitios del organismo más o menos distantes. Conociendo la mayoría de las moléculas que se producen o que se dejan de producir en cada tejido u órgano en respuesta a un determinado tipo de ejercicio, se puede pensar en intervenir administrándolos apropiadamente. El problema es que aún no se conoce del todo como el ejercicio modifica la actividad biológica del organismo. Es difícil de estudiar por que la actividad física pone en marcha un conjunto de sistemas complejos en el que tienen que ver desde las hormonas hasta el sistema nervioso.
El ejercicio es la terapia más potente para muchas enfermedades como la diabetes tipo 2, problemas cardiovascualres y transtornos neurológicos etc.. Esto serviría para personas para personas en las que el ejercicio físico no es viable. Sería para destinatarios afectados por distrofia muscular, Párkinson o enfermedad de Huntington. de momento, esto es solo una posibilidad teórica, porque el sistema es tan complejo que se hace difícil pensar en un tratamiento farmacológico que desencadene una respuesta equilibrada como la que produce el ejercicio físico, aunque ya se conocen algunas moléculas coordinadoras que actúan como centros de control, influyendo sobre la producción de muchas señales. Algunos científicos consideran que ni a corto ni a largo plazo una pastilla sustituirá el ejercicio en todas sus versiones y para hacerlo en parte, ya hay fármacos para todo lo que el déficit de ejercicio produce, que el ser humano no está programado para el sedentarismo sino para moverse y sólo así se esquivan las enfermedades propias de la vejez. Otros consideran que estas investigaciones pueden servir para identificar como impacta su práctica sobre el comportamiento de las células musculares y esto nos permita aprender a regular el entrenamiento de forma mucho más precisa, de forma que con el tiempo se podrán reproducir determinados efectos del ejercicio de tipo hormonal de forma controlada, pero en ningún caso se sustituirán las adaptaciones provocadas por las cargas en entrenamiento, tanto de fuerza como de coordinación muscular.
Aún así, algunos científicos consideran que este tipo de fármacos en el futuro, por ejemplo contribuirá al fortalecimiento de los músculos o a la bajada del colesterol, servirá a enfermos crónicos con lesiones medulares o cualquier otro tipo de patología que imposibilite hacer ejercicio. A medio plazo, servirán para encapsular beneficios muy concretos.
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