Es un trastorno neurovegetativo que afecta al Sistema nervioso en el área encargada de coordinar la actividad, el tono muscular y los movimientos.
Los síntomas son numerosos y variados, los movimientos de carácter voluntario son más lentos de lo normal y de lo que desea el propio paciente.
Hay una marcada rigidez y la marcha se vuelve más dificultosa, con tendencia a arrastrar los pies y a bracear menos y son más habituales los episodios de pérdida de equilibrio. El característico temblor suele acentuarse en estado de reposo y es muy común la sensación de fatiga e incluso abatimiento, es frecuente la pérdida de expresión facial, el estreñimiento, el exceso de sudoración y de producción de saliva.
Los síntomas iniciales pueden variar en gran medida, aunque uno de los más frecuentes es la aparición de dolores de cuello, espalda o extremidades, secundarios a la rigidez. También es frecuente la fatigabilidad excesiva, el temblor, caídas inexpicables o la pérdida de destreza manual. Se caracteriza en general por la lenta aparición de forma asimétrica de cuatro elementos principales: temblor de reposo, bradicinesia, rigidez y alteración de los reflejos posturales. Además hay numerosas manifestaciones motoras, cognitivas, autonómicas y sensoriales.
El temblor es un temblor de reposo, regular, rítmico y asimétrico, especialmente marcado en las manos ("cuenta de moneda" debido a la postura de la mano, con la muñeca flexionada, los dedos extendidos y el pulgar aducido). Suele comenzar por un brazo y posteriormente afectar al otro brazo o a la pierna contralateral. Aumenta con la ansiedad, disminuye o desaparece con el movimiento del miembro afectado y cesa durante el sueño. Perturba mayoritariamente a las manos, los pies, la cara, la mandíbula y los músculos de la lengua.
La rigidez puede ser constante o variable. Están rígidos todos los músculos de las extremidades afectadas. En la mayoría hay una disminución fásica del tono, produciendo una rigidez en "rueda dentada".
La bradicinesia consiste en una reducción o enlentecimiento de los actos motores, tanto voluntarios como automáticos y es el componente más incapacitante de la enfermedad. Afecta principalmente a la cara y a los músculos axiales y se manifiesta por cara inexpresiva, disminución del parpadeo y un enlentecimiento en general, que afecta a la voz, la deglución y la masticación y dificulta notablemente las actividades de la vida diaria como afeitarse, vestirse, comer o caminar. La amplitud de los movimientos también disminuye dando lugar por ejemplo al empequeñecimiento de la escritura. Se produce un enlentecimiento progresivo en la iniciación de determinados movimientos como pasear, girarse en la cama y de la destreza manual. Se camina con el tronco flexionado, arrastrando los pies con pasos cortos y el ritmo de la marcha aumenta, como si el paciente buscase su centro de gravedad. Una vez que inicia el movimiento es complicado cambiar de dirección o detenerse. También se produce "bloqueo o congelación", en el que el paciente es incapaz de moverse del lugar donde se encuentra, quedándose "enganchado en el sitio" (imposibilidad de dar un paso adelante, como si los pies estuvieran pegados en el suelo), esto ocurre cuando el paciente se levanta de una silla, intenta cambiar de dirección mientras camina o cambia de una superficie a otra.
La alteración en los reflejos posturales conduce a la postura en flexión, presentando dificultades para corregir las anomalías posturales. Con la progresión de la enfermedad, los pacientes se sienten inestables y se dan cuenta de los constantes ajustes posturales imperceptibles que normalmente ocurren. Tienen dificultad para mantenerse de pie, en posición recta y cuando intentan caminar hacia delante, la cabeza y el tronco se mueven desacompasados con los pies que son incapaces de seguirlos para evitar la caída, que puede ser grave si el paciente cae a plomo. No se atreven a cambiar de dirección sin pararse y recuperar su postura inicial, y volver a repetir el proceso completo. Las tareas sencillas, como volverse en el aseo para alcanzar la toalla, acaban en caídas. Cualquier maniobra en espacios reducidos puede terminar en problemas, entrar y salir de la bañera, a menos que haya algo en lo que apoyarse es imposible. El paciente suele hablar bajo y despacio.
A menudo presentan disfunciones vegetativas como estreñimiento, sudoración excesiva, dificultad para la micción. Algunas manifestaciones tardías son: hipotensión ortostática, impotencia, seborrea, alteraciones de la regulación térmica con sofocos. El exceso de saliva es frecuente, pero se debe fundamentalmente a una deglución defectuosa.
Es relativamente frecuente un cierto grado de disfunción intelectual, con alteraciones cognitivas de percepción o de memoria, esto lleva aparejado un deterioro en la calidad de vida con el paso del tiempo, que se traduce en en el desarrollo de demencias, fragmentación del sueño, depresión, ansiedad, apatía y aparición de disfunciones visuales. También pueden aparecer trastornos del control de los impulsos, demencia, depresión, ansiedad y sensación intranquilidad interior junto con incapacidad de mantenerse quieto. La demencia de la enfermedad de Alzheimer es clínicamente distinguible de la de la enfermedad de Parkinson, aunque en ocasiones no es fácil e incluso ambas pueden coexistir.
Los trastornos del sueño son muy frecuentes, consisten inicialmente en una alteración del ritmo, pero posteriormente deriva a un insomnio debido a múltiples causas. Otros problemas son sueños vividos, vocalizaciones nocturnas y excesiva somnolencia diurna (algunos de estos problemas están relacionados con el tratamiento farmacológico).
Los síntomas son numerosos y variados, los movimientos de carácter voluntario son más lentos de lo normal y de lo que desea el propio paciente.
Hay una marcada rigidez y la marcha se vuelve más dificultosa, con tendencia a arrastrar los pies y a bracear menos y son más habituales los episodios de pérdida de equilibrio. El característico temblor suele acentuarse en estado de reposo y es muy común la sensación de fatiga e incluso abatimiento, es frecuente la pérdida de expresión facial, el estreñimiento, el exceso de sudoración y de producción de saliva.
Los síntomas iniciales pueden variar en gran medida, aunque uno de los más frecuentes es la aparición de dolores de cuello, espalda o extremidades, secundarios a la rigidez. También es frecuente la fatigabilidad excesiva, el temblor, caídas inexpicables o la pérdida de destreza manual. Se caracteriza en general por la lenta aparición de forma asimétrica de cuatro elementos principales: temblor de reposo, bradicinesia, rigidez y alteración de los reflejos posturales. Además hay numerosas manifestaciones motoras, cognitivas, autonómicas y sensoriales.
El temblor es un temblor de reposo, regular, rítmico y asimétrico, especialmente marcado en las manos ("cuenta de moneda" debido a la postura de la mano, con la muñeca flexionada, los dedos extendidos y el pulgar aducido). Suele comenzar por un brazo y posteriormente afectar al otro brazo o a la pierna contralateral. Aumenta con la ansiedad, disminuye o desaparece con el movimiento del miembro afectado y cesa durante el sueño. Perturba mayoritariamente a las manos, los pies, la cara, la mandíbula y los músculos de la lengua.
La rigidez puede ser constante o variable. Están rígidos todos los músculos de las extremidades afectadas. En la mayoría hay una disminución fásica del tono, produciendo una rigidez en "rueda dentada".
La bradicinesia consiste en una reducción o enlentecimiento de los actos motores, tanto voluntarios como automáticos y es el componente más incapacitante de la enfermedad. Afecta principalmente a la cara y a los músculos axiales y se manifiesta por cara inexpresiva, disminución del parpadeo y un enlentecimiento en general, que afecta a la voz, la deglución y la masticación y dificulta notablemente las actividades de la vida diaria como afeitarse, vestirse, comer o caminar. La amplitud de los movimientos también disminuye dando lugar por ejemplo al empequeñecimiento de la escritura. Se produce un enlentecimiento progresivo en la iniciación de determinados movimientos como pasear, girarse en la cama y de la destreza manual. Se camina con el tronco flexionado, arrastrando los pies con pasos cortos y el ritmo de la marcha aumenta, como si el paciente buscase su centro de gravedad. Una vez que inicia el movimiento es complicado cambiar de dirección o detenerse. También se produce "bloqueo o congelación", en el que el paciente es incapaz de moverse del lugar donde se encuentra, quedándose "enganchado en el sitio" (imposibilidad de dar un paso adelante, como si los pies estuvieran pegados en el suelo), esto ocurre cuando el paciente se levanta de una silla, intenta cambiar de dirección mientras camina o cambia de una superficie a otra.
La alteración en los reflejos posturales conduce a la postura en flexión, presentando dificultades para corregir las anomalías posturales. Con la progresión de la enfermedad, los pacientes se sienten inestables y se dan cuenta de los constantes ajustes posturales imperceptibles que normalmente ocurren. Tienen dificultad para mantenerse de pie, en posición recta y cuando intentan caminar hacia delante, la cabeza y el tronco se mueven desacompasados con los pies que son incapaces de seguirlos para evitar la caída, que puede ser grave si el paciente cae a plomo. No se atreven a cambiar de dirección sin pararse y recuperar su postura inicial, y volver a repetir el proceso completo. Las tareas sencillas, como volverse en el aseo para alcanzar la toalla, acaban en caídas. Cualquier maniobra en espacios reducidos puede terminar en problemas, entrar y salir de la bañera, a menos que haya algo en lo que apoyarse es imposible. El paciente suele hablar bajo y despacio.
A menudo presentan disfunciones vegetativas como estreñimiento, sudoración excesiva, dificultad para la micción. Algunas manifestaciones tardías son: hipotensión ortostática, impotencia, seborrea, alteraciones de la regulación térmica con sofocos. El exceso de saliva es frecuente, pero se debe fundamentalmente a una deglución defectuosa.
Es relativamente frecuente un cierto grado de disfunción intelectual, con alteraciones cognitivas de percepción o de memoria, esto lleva aparejado un deterioro en la calidad de vida con el paso del tiempo, que se traduce en en el desarrollo de demencias, fragmentación del sueño, depresión, ansiedad, apatía y aparición de disfunciones visuales. También pueden aparecer trastornos del control de los impulsos, demencia, depresión, ansiedad y sensación intranquilidad interior junto con incapacidad de mantenerse quieto. La demencia de la enfermedad de Alzheimer es clínicamente distinguible de la de la enfermedad de Parkinson, aunque en ocasiones no es fácil e incluso ambas pueden coexistir.
Los trastornos del sueño son muy frecuentes, consisten inicialmente en una alteración del ritmo, pero posteriormente deriva a un insomnio debido a múltiples causas. Otros problemas son sueños vividos, vocalizaciones nocturnas y excesiva somnolencia diurna (algunos de estos problemas están relacionados con el tratamiento farmacológico).
Enfermedades: La Enfermedad de Parkinson Parte 1
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