Según la Asociación de Fabricantes de Extracto de Sabor de EEUU (FEMA), el sabor natural es el que proviene de fuentes naturales, ya sean vegetales o animales (carne, lácteos), a través de un proceso de extracción prolongado, mientras que los artificiales, incluso si tienen las misma composición química que los naturales, son aquellos cuya fuente es el laboratorio. Lo natural no quiere decir más saludable ni más seguro, de hecho, los saborizantes apellidados así pueden implicar un mayor riesgo de seguridad alimentaria que los químicos, por que se mueven en condiciones que no siempre están controladas.
El potencial de la tecnología para lograr alimentos más naturales es alto, nos permite extraer olores y sabores de materias primas que están en la naturaleza, pero también incorporar artificialmente sabores naturales a alimentos que originalmente no los contenían, sustituyendo así aditivos químicos. Por ejemplo los postres lácteos, antes utilizaban especias naturales pero la industria tuvo que quitarlos porque generaban problemas desde el punto de vista microbiológico.
Los sabores artificiales no solo surgen del laboratorio, por ejemplo el aroma y sabor del pan recién horneado surge de las reacciones químicas que suceden tras cocer el pan.
La diferencia de sabor es mínima y el coste es mayor fabricar es mucho más alto en el primer caso
Nutrición: El Sabor natural
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