Muchas de las enfermedades más comunes podrían prevenirse y controlarse con cambios en los estilos de vida (dieta y ejercicio físico).
En cuanto a la dieta se debe recurrir a los especialistas en dietética y nutrición para organizar de manera correcta la alimentación.Antes de diseñar una dieta, el dietista-nutricionista realiza una exhaustiva entrevista para conocer los antecedentes patológicos, los parámetros antropométricos (peso, talla, índice de masa corporal o IMC, peso habitual, etc.) y los hábitos alimentarios de la persona. A partir de esta valoración individual e cuando puede optimizarse el tratamiento dietético.
Los expertos recomiendan que el tratamiento dietético se base en la restricción calórica moderada (de 500 a 1000 calorías diarias menos respecto a la dieta habitual) y que se debe controlar sobre todo la ingesta de grasas e hidratos de carbono.
Se deben evitar las siguientes situaciones:
- Causar situaciones de desnutrición o déficit de diferentes nutrientes como vitaminas y minerales.
- Empeorar el riesgo cardiovascular.
- Aumentar el riesgo de padecer trastornos de la conducta alimentaria tales como la anorexia nerviosa o la bulimia.
- Transmitir conceptos erróneos sobre la obesidad y su tratamiento.
- Promover el sentimiento de frustración, afectando negativamente al estado psicológico de la persona obesa.
- Inducir cambios en el metabolismo energético que produzcan estados de resistencia a la pérdida de peso con la realización de dietas sucesivas.
Se deberían conseguir estos objetivos:
- Disminuir la grasa corporal preservando al máximo la masa muscular.
- Ser realizable durante un tiempo prolongado.
- Ser eficaz a largo plazo para mantener el peso perdido.
- Prevenir futuras ganancias de peso.
- Conllevar una función de educación alimentaria que destierre errores y hábitos alimentarios. inadecuados.
- Disminuir los factores de riesgo asociados a la obesidad (hipertensión arterial, hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia, diabetes, etc.).
- Mejorar otros problemas vinculados al exceso de peso (apnea del sueño, artrosis, riesgo de cáncer, etc.).
- Inducir a una mejora psicosomática con recuperación del autoestima.
- Aumentar la capacidad funcional y la calidad de vida.
Algunas de las dietas a evitar:
- Dieta Dukan: Estructurada en diferentes fases y promueve, sobre todo el consumo de proteinas de origen animal (carne, pescado, huevos y lácteos) para conseguir la pérdida de peso. Se basa en normas alimentarias arbitrarias y sin ninguna base o rigor científico, y puede acarrear problemas de salud graves.
- Dieta Atkins: Promueve el consumo de alimentos ricos en grasas y proteínas y la disminución del consumo de alimentos ricos en carbohidratos. No hay investigaciones a largo plazo en las que se haya podido estudiar los posibles efectos adversos asociados a este tipo de dieta, pero ninguna sociedad científica la recomienda en la actualidad, ya que puede aumentar el riesgo cardiovascular del individuo que se somete a la dieta, causar estreñimiento, cetogénesis y promueve conceptos erróneos sobre dieta equilibrada.
- Dieta de la piña, la alcachofa o el jarabe de arce (es decir, basadas en un alimento). Son dietas completamente desequilibradas en las que se compromete el aporte de nutrientes necesario para un óptimo estado de salud. Son deficitarias en proteínas, fibra, vitaminas, minerales y sus consecuencias físicas pueden ser graves si la dieta se alarga en el tiempo (habitualmente estas dietas suelen promoverse para utilizarse un número de días limitado, de manera que los riesgos nutricionales asociados suelen minimizarse). No promueve un cambio en el estilo de vida de los individuos, de manera que los cambios ponderales conseguidos, provocarán una rápida recuperación ponderal, en cuanto la dieta se abandone.
- Dietas depurativas: Bajo el falso concepto de depurar o desintoxicar a nuestro organismo, promueve reducir la ingesta de alimentos e incorporar por otro lado, sustancias a las que se les atribuye la capacidad de ayudar a ese falso concepto de desintoxicación, según cual sea el agente desintoxicante utilizado en este tipo de dietas puede suponer un riesgo importante para nuestra salud, pero además no existe base científica alguna que haga pensar que nuestro organismo necesita ser desintoxicado de nuestra alimentación.
Lo mejor, ponerse en manos de un dietista-nutricionista que realizará una valoración individual, antes de someterse a cualquier tipo de terapia dietética.
Los expertos recomiendan que el tratamiento dietético se base en la restricción calórica moderada (de 500 a 1000 calorías diarias menos respecto a la dieta habitual) y que se debe controlar sobre todo la ingesta de grasas e hidratos de carbono.
Se deben evitar las siguientes situaciones:
- Causar situaciones de desnutrición o déficit de diferentes nutrientes como vitaminas y minerales.
- Empeorar el riesgo cardiovascular.
- Aumentar el riesgo de padecer trastornos de la conducta alimentaria tales como la anorexia nerviosa o la bulimia.
- Transmitir conceptos erróneos sobre la obesidad y su tratamiento.
- Promover el sentimiento de frustración, afectando negativamente al estado psicológico de la persona obesa.
- Inducir cambios en el metabolismo energético que produzcan estados de resistencia a la pérdida de peso con la realización de dietas sucesivas.
Se deberían conseguir estos objetivos:
- Disminuir la grasa corporal preservando al máximo la masa muscular.
- Ser realizable durante un tiempo prolongado.
- Ser eficaz a largo plazo para mantener el peso perdido.
- Prevenir futuras ganancias de peso.
- Conllevar una función de educación alimentaria que destierre errores y hábitos alimentarios. inadecuados.
- Disminuir los factores de riesgo asociados a la obesidad (hipertensión arterial, hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia, diabetes, etc.).
- Mejorar otros problemas vinculados al exceso de peso (apnea del sueño, artrosis, riesgo de cáncer, etc.).
- Inducir a una mejora psicosomática con recuperación del autoestima.
- Aumentar la capacidad funcional y la calidad de vida.
Algunas de las dietas a evitar:
- Dieta Dukan: Estructurada en diferentes fases y promueve, sobre todo el consumo de proteinas de origen animal (carne, pescado, huevos y lácteos) para conseguir la pérdida de peso. Se basa en normas alimentarias arbitrarias y sin ninguna base o rigor científico, y puede acarrear problemas de salud graves.
- Dieta Atkins: Promueve el consumo de alimentos ricos en grasas y proteínas y la disminución del consumo de alimentos ricos en carbohidratos. No hay investigaciones a largo plazo en las que se haya podido estudiar los posibles efectos adversos asociados a este tipo de dieta, pero ninguna sociedad científica la recomienda en la actualidad, ya que puede aumentar el riesgo cardiovascular del individuo que se somete a la dieta, causar estreñimiento, cetogénesis y promueve conceptos erróneos sobre dieta equilibrada.
- Dieta de la piña, la alcachofa o el jarabe de arce (es decir, basadas en un alimento). Son dietas completamente desequilibradas en las que se compromete el aporte de nutrientes necesario para un óptimo estado de salud. Son deficitarias en proteínas, fibra, vitaminas, minerales y sus consecuencias físicas pueden ser graves si la dieta se alarga en el tiempo (habitualmente estas dietas suelen promoverse para utilizarse un número de días limitado, de manera que los riesgos nutricionales asociados suelen minimizarse). No promueve un cambio en el estilo de vida de los individuos, de manera que los cambios ponderales conseguidos, provocarán una rápida recuperación ponderal, en cuanto la dieta se abandone.
- Dietas depurativas: Bajo el falso concepto de depurar o desintoxicar a nuestro organismo, promueve reducir la ingesta de alimentos e incorporar por otro lado, sustancias a las que se les atribuye la capacidad de ayudar a ese falso concepto de desintoxicación, según cual sea el agente desintoxicante utilizado en este tipo de dietas puede suponer un riesgo importante para nuestra salud, pero además no existe base científica alguna que haga pensar que nuestro organismo necesita ser desintoxicado de nuestra alimentación.
Lo mejor, ponerse en manos de un dietista-nutricionista que realizará una valoración individual, antes de someterse a cualquier tipo de terapia dietética.
Nutrición
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